Seis candidatos, cinco peronistas: hecho maldito, y persistente

Nunca escribió John William Cooke aquella definición que se le atribuye, describiendo al peronismo como «el hecho maldito del país burgués». Su verdadera frase, en cambio, fue: «El peronismo sigue siendo el hecho maldito de la política argentina: su cohesión y empuje es el de las clases que tienden a la destrucción del statu quo».

Pero para este caso, lo mismo da. Porque lo que muchos de los que ven al peronismo como un hecho realmente maldito vienen a comprobar una vez más que, además de maldito, es persistente. Prácticamente indeleble.

En pocas semanas se cumplirán ya 45 años de la muerte de Juan Domingo Perón. Muchos volvieron a soñar en aquel momento, tal como lo habían hecho durante la larga proscripción, con el final del peronismo. Volvieron a ilusionarse después de la derrota de 1983 y, más recientemente, con la nueva derrota en 2015.

Además, hace un par de años el jefe de Gabinete del actual gobierno, Marcos Peña, lanzó una frase desafiante: «Murió el mito de que no se puede gobernar sin el peronismo». Sin embargo, el presente lo encuentra teniendo que recurrir a un peronista para conformar la fórmula presidencial, precisamente bajo el argumento de que es necesario para consolidar la gobernabilidad.

Y por último, lo registrado en el título: entre los seis integrantes de las tres fórmulas más importantes para las elecciones presidenciales, cinco son peronistas. El movimiento nacido hace más de 70 años sigue siendo el protagonista principal de la vida política en Argentina a través de sus diversas expresiones y tendencias. Será cuestión de esperar otros 70 años.

Etiquetas: Elecciones, Marcos Peña, peronismo