Por qué Massa no puede acercarse a Cristina

Por Horacio Torres

El kirchnerista de redes sociales tiene siempre a mano algunas respuestas rápidas al planteo del título: porque juega para la Embajada, porque nunca coincidió realmente con el proyecto kirchnerista, porque lo tienen carpeteado, porque es un traidor.

Sin ponernos a analizar cuánto hay de cierto en esos enunciados y cuánto de mito o exageración, lo que quiero plantear acá es que hay una razón más profunda y más política: si Massa se acerca de algún modo a Cristina, pierde el mucho o poco –según cómo se lo mida- capital político que acumuló en seis años.

Cuando en 2013 el entonces intendente de Tigre tomó la decisión de marcharse del Frente Para la Victoria y crear su propio espacio político, muchos se sorprendieron por algunas de sus actitudes: criticar con virulencia la presunta corrupción del gobierno que había apoyado hasta hacía unas horas, ir a los programas de televisión que llevaban adelante una especie de guerra santa contra el kirchnerismo, llevar a tres candidatos del PRO en su lista de diputados.

A la caza del elector antikirchnerista

Y eso tenía una lógica irrebatible: no había –y sigue sin haber- chance de disputarle el electorado kirchnerista al kirchnerismo. No es viable un “kirchnerismo b” o un “kirchnerismo alternativo que no sea tan kirchnerista”. Si Massa se abrió fue claramente para conquistar al electorado antikirchnerista que tan disperso andaba por aquella época, para lo cual era necesario un discurso y un perfil que marcara diferencias bien claras. Sobre todo en su caso, ya que por haber pertenecido se le iban a exigir más pruebas de antikirchnerismo que al resto, lo cual lo llevó a una previsible sobreactuación.

Y en esa primera instancia pareció que la jugada le había salido bien, ya que obtuvo una victoria contundente en el principal distrito en aquellas elecciones legislativas de 2013, y todo indicaba que había logrado posicionarse mejor que nadie para las presidenciales de 2015. Durante un tiempo prolongado las encuestas marcaron un escenario de tres tercios. En muchos de los casos, con ventaja para él.

Sin embargo, como diría el actual ocupante de la Rosada, “pasaron cosas”. Primero, Macri supo concretar algunas alianzas y mostrar un perfil más seductor para el codiciado votante antikirchnerista, lo cual terminó relegando a Massa un cómodo tercer puesto. Que fue fracaso, sí, pero no papelón: sacó más del 20% de los votos aun cuando se sabía que no tenía chances de disputar el balotaje y que la contienda se definiría entre Scioli y Macri.

De nuevo se complica

Entonces, a esperar. A hacer equilibrio. Si a Macri le iba mal y la popularidad de Cristina continuaba acotada a su núcleo duro y no mucho más, sería, ahora sí, su momento. Y las cosas se dieron -se están dando- de esa manera en gran medida. Sin embargo, de nuevo los planes se complican. Porque Macri no termina de caerse del todo, y porque aunque eso sucediera, ya hay una fila de postulantes que aspiran a ser los elegidos por la presunta mayoría que no quiere a Cristina Kirchner. Y algunos parecerían tener iguales o mayores chances que él: Vidal, Lavagna, ¿Lousteau?, ¿Schiaretti?

Pero volvamos al planteo original. ¿Qué sucedería si Massa se acercara a Cristina? De un día para el otro, se quedaría sin nada. Los kirchneristas no se harían massistas, y los muchos o pocos antikirchneristas a los que supo seducir trabajosamente durante seis años lo abandonarían. De hecho, Massa y su entorno nunca cortaron el diálogo con la dirigencia kirchnerista. Sin embargo, es más que cuidadoso con los gestos públicos, ya que un mero atisbo de unidad licuaría automáticamente su capital político, construido entre quienes rechazan inequívocamente al kirchnerismo.

Simultáneamente, se hace cada vez más difícil oponerse al clamor creciente de los espantados con Macri, que también forman parte del público que busca Massa. Reclamos de que “la oposición se junte” y “que el peronismo se una” para terminar de una vez con un modelo económico que francamente ha deteriorado me modo significativo la calidad de vida de casi todos los sectores sociales.

En su laberinto

Se encuentra entonces Massa atrapado en el laberinto que él mismo supo construir. Con una lógica irrefutable, como vimos al comienzo, pero que por la propia dinámica de la política derivó en consecuencias no previstas. Prácticamente no se ven chances de que pueda cumplir con su plan original de erigirse en referente indiscutido de ese resbaloso “40% que no quiere ni a Macri ni a Cristina”.

Es difícil predecir lo que pasará en este país ni siquiera en las próximas horas. Pero si no hay cambios drásticos (y tal vez si los hay, también) probablemente deba elegir el mal menor entre dos opciones: defraudar a quienes quieren al kirchnerismo fuera de cualquier entendimiento político o defraudar a quienes piden la unidad de todo el arco peronista y opositor para derrotar al macrismo.

Etiquetas: Cristina, Lavagna, Macri, Massa, Schiaretti, Vidal