Lavagna 2007: recuerdos difusos de una candidatura desangelada
En noviembre de 2005 Roberto Lavagna abandonaba el gobierno de Néstor Kirchner tras el pedido de renuncia que le efectuara el entonces jefe de Estado. Menos de dos años después, ensayaba una candidatura presidencial con pretensiones acotadas pero con consecuencias profundas para él: su alejamiento casi total de la política durante doce años.
Y es hoy, en el marco de su regreso a las primeras planas, el momento de recordar qué pasó en aquellos comicios en los cuales Cristina Kirchner accedió por primera vez a la presidencia. Un registro que aparece un tanto difuso para la mayoría. Incluso los que mantienen alguna conexión con la realidad política recuerdan que Cristina ganó por mucha diferencia (aunque no tanta como la que obtendría cuatro años más tarde), que Carrió también era candidata, y poco más.
Antes, un repaso más que sintético por la carrera de Lavagna: fue funcionario de Perón en su última presidencia, de Isabel, de Alfonsín, de De la Rúa, de Duhalde y de Kirchner. Fue este último quien le dio por primera vez un rol protagónico al designarlo ministro de Economía en 2002, cargo que mantuvo al asumir Kirchner, como se dijo, hasta fines de 2005.
Una alianza UCR-MID
Ahora sí, a la campaña. La alianza que lo llevaba como candidato a presidente se llamaba UNA (sigla que retomarían Massa y De la Sota en 2015). En aquel caso, las iniciales significaron Una Nación Avanzada, y se basaba en lo formal en una alianza entre la UCR y el ya casi extinto por entonces MID (Movimiento de Integración y Desarrollo), que aún conservaba la personería.
En la práctica, era la lista de la UCR (excepto los gobernadores de ese partido, que dieron su apoyo a Cristina Kirchner, colocando incluso al vicepresidente de la fórmula, el entonces mandatario provincial de Mendoza, Julio Cobos). Los radicales necesitaban mantenerse con vida tras la debacle de 2003, cuando habían el 2,34% de los votos, y lo hicieron a su manera: los gobernadores tratando de conservar sus provincias como fuera posible, y el resto del partido apostando a colocar algunos legisladores nacionales colgados de la candidatura presidencial de alguien que exhibía cierto prestigio, como era el caso de Lavagna.
El candidato a vice de Lavagna fue el hoy todopoderoso visir de la Puna y Azote de Dios -a decir del imprescindible Rinconet– Gerardo Morales, a quien en aquella época todavía solía recordársele con frecuencia su presencia fantasmal en el momento en que Fernando De la Rúa huyó en helicóptero de la Casa Rosada. La boleta bonaerense que acompañaba a la fórmula presidencial también era hegemonizada por el radicalismo: Ricardito Alfonsín era el postulante a la gobernación, y llevaba como vice al hoy autocaricaturizado Luis Brandoni.
«Fui yo, no Kirchner»
En la campaña, Lavagna intentó imponer la idea de que fue él y no Néstor Kirchner quien sacó a la Argentina de la crisis tras el estallido de 2001, que él había llegado al gobierno un año antes que el santacruceño, y que cuando este asumió el país ya no era “un infierno” como solía decir el entonces mandatario.
Entre sus propuestas, el candidato de UNA prometía combatir la pobreza, la inflación y “!a volatilidad” y dar un mejor trato a las provincias, al tiempo que acusaba al kirchnerismo de manejarse con soberbia. También marcaba diferencias en política internacional, ya que fue uno de los pioneros del antichavismo en Argentina. En otros temas, se pronunciaba en contra del matrimonio igualitario, de la legalización del aborto y del consumo de drogas.
Llegó el día de la elección y, pese a figurar tercero lejos (Cristina Kirchner 45,28%, Elisa Carrió 23,05%, Lavagna 16,91%), se dio el gusto de ganar el Córdoba, distrito ya desde entonces especialmente esquivo para el kirchnerismo. La UCR, de todos modos, cumplió su objetivo de seguir con vida, y Lavagna entró en ese ostracismo de doce años del cual hoy intenta salir.
Etiquetas: Elecciones, Kirchner, Lavagna, UCR